Editorial Cuneta

jueves, 23 de febrero de 2012

Nota de Patricio Pron sobre "Yo era una mujer casada" de César Aira




A pesar de su rareza, la personalísima poética del escritor argentino César Aira (Coronel Pringles, 1949) puede ser reducida a una pequeña cantidad de elementos que la conforman al tiempo que le sirven de tema: la prescindencia del verosímil como criterio de validación de la narrativa, la concepción de las obras singulares como parte de una enciclopedia escrita por un solo autor, la incorporación del error al método de escritura y el "terminar" como valor superior a la corrección estilística, la preocupación por el método (que Aira llama "el dispositivo") y la producción regular y la publicación incesante como modo de obtención de lo que Aira llamó en algún sitio "un máximo de visibilidad".
Al menos desde 1990 Aira ha escrito y publicado anualmente entre dos y cuatro novelas o novelitas, como prefiere llamarlas. Unos meses atrás Literatura Mondadori publicó en España la magnífica El error al tiempo que la editorial santiaguina Editorial Cuneta lo hacía con Yo era una mujer casada, pero la mención a este ritmo incesante de producción y publicación no pretende realizar simplemente una constatación sino también apuntar al hecho de que este es consustancial con la poética del argentino, cuyos libros tienden a conformar series. En ese sentido, Yo era una mujer casada puede ser puesta en un mismo plano con otras novelas del autor de título similar como Yo era una chica moderna (2004) y Yo era una niña de siete años (2005). A diferencia de las de los libros anteriores, la de Yo era una mujer casada es una mujer vejada por su marido, al que califica de "monstruo" (7); sus monstruosidades tienen, sin embargo, el carácter de una farsa: el marido suele encender los cigarrillos con unas cerillas "con cabeza de átomos de uranio" (10), mastica las cintas de sus carteras y bebe en exceso. Un día le trae a su mujer las cabezas de sus padres en una bolsa, pero ésta resulta ser luego otra de sus bromas, para las que recurre a un escultor amigo. La protagonista debe desplazarse de madrugada por la periferia de la ciudad de Buenos Aires en procura de llegar al trabajo con el que alimenta a su marido, asiste a una batalla alegórica entre "La Recomendación" y "La Compasión" que gana la primera sólo para dar nacimiento a "La Autocompasión, bella como un ángel" (66), sufre una tos persistente debido a un hongo que se desplaza por su cuerpo desde la vagina hasta los pulmones y que los médicos extraen en forma de una gema, se dedica al bordado, vende la joya, el marido comienza a encogerse y ella tiene una epifanía al descubrir una estatua oculta en un jardín.
La producción regular y la publicación incesante no sólo constituyen una forma de obtener "un máximo de visibilidad", sino que también contribuyen a dotar a la obra de Aira de una serialidad que su autor llama "un continuo" y que funciona como método de producción y circulación de su literatura al tiempo que legitimación de la misma. Al igual que otras obras del autor, Yo era una mujer casada constituye parte de la obra de Aira al tiempo que sólo se sostiene como relato de Aira; de esa doble naturaleza de la obra del argentino se extrae también el hecho de que sus temas son los de la totalidad de su obra, que la ensayista argentina Sandra Contreras resume en su seminal Las vueltas de César Aira (2002) como "las vueltas del destino, las potencias demoníacas de la juventud y, tema favorito entre todos, el poder invencible del amor y su versión pesadillesca, el matrimonio" (292-293). A esa sucesión de temas debería agregarse el de la propia obra y sus vínculos siempre complejos con el realismo. Aira abandona la construcción laboriosa del verosímil y reemplaza la sucesión de hechos vinculados lógicamente por el encadenamiento de contingencias sin motivo sobre las que reflexiona. Así, la epifanía que tiene la narradora de Yo era una mujer casada al contemplar la estatua abandonada en el jardín es precisamente cómo narrar (y como vivir, podría agregarse) sin estar constreñida por la causalidad, un descubrimiento que el propio Aira ha hecho hace tiempo y es su principal aporte a la literatura argentina contemporánea:
Yo había vivido en el encadenamiento laborioso de las causas y los efectos. Aunque el trayecto de las unas a los otros suele ser breve como el salto de un pajarito en el césped, ese trayecto, ese saltito, se repite tantas veces al día... qué digo al día: ¡tantas veces por minuto!, que obliga a un movimiento perpetuo, sin descanso. Ese movimiento era el que me había esclavizado, había agotado mis fuerzas, me había dejado a la merced del monstruo de mi marido. [...] El remedio me lo dio la estatua. En ella, en la calma austera de sus átomos, vi cesar el movimiento, es decir [,] el tránsito de la causa al efecto. [...] en ella se encontraban (al fin) [...] la causa y el efecto. Se encontraban y se fundían en un abrazo. De ese abrazo nacía el Realismo. La causalidad no dependía de la sucesión. No había antes y después; un hecho no era causa por haber pasado antes ni otro era efecto por venir después. La causa y el efecto simplemente coincidían [...] (84-85).
Al final de Yo era una mujer casada su protagonista decide trabajar como payaso y piensa en un anuncio que contase su historia, que comenzase por el hecho de que ella era una mujer casada y que llegase hasta el presente de la escritura; al igual que en El volante (1992), ese anuncio es el libro que el lector tiene entre sus manos, que sirve de reclamo a una acción a la que no asistirá y de la que apenas se dan al lector algunas pistas:
Con el tiempo fui abandonando esas taxonomías del espectáculo; era más divertido mezclarlo todo, dejarme llevar en el caos de la representación, perderme y no encontrarme más. [...] ¿Que no lo hacía bien? De acuerdo. Nadie me había enseñado a hacerlo, y nunca me jacté de tener un talento natural. Casi nadie lo tiene, por lo demás, así que no había motivo para lamentarlo especialmente. Pero eso no tenía la menor importancia, tratándose de un payaso. Al contrario. Hacerlo bien habría significado hacerlo mal, y hacerlo tan mal como lo hacía yo era lo más eficaz, en la maravillosa transmutación de valores del payaso (89).
No creo que sea necesario agregar que esa actualización de los criterios que determinan el valor de una obra artística es la que realiza el propio Aira, quien escribió, en El error: "Había una sola puerta, con un cartel encima que decía: ERROR. Por ahí salí" (7). Es una suerte para sus lectores que el autor siga escogiendo para su obra el camino menos transitado.
César Aira
Yo era una mujer casada
Santiago de Chile: Editorial Cuneta, 2010
[Próximo miércoles: Diccionario de literatura para esnobs, de Fabrice Gaignault]


[Publicado el 21/2/2011 a las 11:26] en El Boomerang!

http://www.elboomeran.com/blog-post/539/10445/patricio-pron/cesar-aira-y-la-eficacia-de-hacerlo-mal/

miércoles, 25 de enero de 2012

Lanzamiento de "cajita americana" de Luz María Astudillo


Editorial Cuneta
tiene el agrado de invitarle
al lanzamiento del poemario

cajita americana
...
de Luz María Astudillo

Presentarán el libro
Julieta Marchant y Galo Ghigliotto


Los esperamos
el próximo miércoles 25 de enero
a las 19:00 horas
en la Casa Museo La Chascona
Fernando Márquez de La Plata 0192
Providencia
Metro Baquedano

Se ofrecerá un vino de honor



cajita americana es un corcel desbocado que atraviesa los potreros del lenguaje, abriendo horizontes. Desde la distancia sus poemas se presentan ante el lector como fuegos artificiales que inundan el cielo de la noche, e igual que en esos casos, el sonido llega tardío: al estallar primero dibujan su luz y luego nos dejan bajo el embeleso, a la espera de voces que nos sorprenden. Este primer libro de Luz María Astudillo avanza en poemas maduros que parecen haber sido escritos hace mucho tiempo, aunque sean recién nacidos: tal vez porque son primicias que cargan el eco de la voz auténtica de la poesía.

jueves, 19 de enero de 2012

Presentación de "Colonos", de Leonardo Sanhueza. Por Alejandro Zambra


No conozco a un mejor contador de historias que Leonardo Sanhueza. Pensé esto por primera vez en un momento muy temprano de nuestra amistad, al calor de largas conversaciones, hace una porrada de años. De más está decir que eran reuniones generosamente regadas y que, a cierta hora de la noche, para la mayoría de nosotros era imposible mantener siquiera el simulacro de un diálogo, con excepción de Leonardo, quien asombrosamente conservaba la lucidez, de manera que entre el humo y el alcohol persistía el encanto de la conversación, aunque uno de los interlocutores, casi siempre yo, apuntara solamente unos monosílabos ladeados, casi horizontales.

Algunos años después ese aspecto hasta entonces privado de la personalidad de Sanhueza emergió en las crónicas que empezó a escribir en la página de Cultura de Las Últimas Noticias. Colonos, el libro de poemas que acaba de publicar, a mi parecer marca el encuentro entre el poeta y el cronista, que no estaban necesariamente separados, pero que aquí son uno y el mismo. Lo primero que recordé cuando leí Colonos fue esa desencantada conferencia en que Borges lamenta que la palabra poeta haya sido dividida en dos: que ahora el que canta y el que cuenta, el que expresa sentimientos y el que les da una perspectiva, sean dos sujetos casi irreconciliables. Entiendo que hace diez años Leonardo concibió el proyecto del que Colonos es el primer resultado visible, y que alude a la épica, o parte de un deseo de restitución similar al que manifestaba Borges en aquella conferencia: volver a narrar y a cantar, y en este caso nada menos que el origen.

Colonos habla sobre unos aventureros que en realidad no querían aventuras o que no sabían lo que querían cuando decidieron venir a Chile y perderse en La Frontera: relojeros, músicos, desocupados, mercenarios y comerciantes que de pronto se vieron habitando un país que no les interesaba, que no sentían como propio y que además despreciaban. Más temprano que tarde perdieron sus tierras y volvieron a Europa o se marcharon a las ciudades, a los manicomios, a los cementerios, o bien, como dice bellamente el poeta, se quedaron ahí, “muertos en vida, ahogados,/ unos por la miseria, otros por la codicia,/ todos en un solo alquitrán indiscernible/ que entraba por debajo de las puertas/ y ahora me llega al pecho y sigue subiendo/ mientras afuera vuelan las luciérnagas/ con la misma ligereza de hace unos años,/ como si entretanto nada hubiera ocurrido/ salvo el ir y venir de su luz efímera”.

El libro empieza con un luminoso relato sobre Gustave Verniory, un ingeniero belga que llega a la Araucanía para trabajar en la construcción de la vía ferroviaria y que observa este mundo sin juzgarlo, llevado por la rara fascinación que le producen esos miserables pueblos a medio hacer. En la figura de Verniory, Sanhueza encuentra una perspectiva que le permite narrar y también borrarse, dejar hablar a los personajes, como sucede con Charles Girardet, por ejemplo, que resume de este modo su vida: “¿Quién me obligó a probar la suerte de los colonos,/ ya viejo y enfermo, sin saber siquiera lo que es un arado,/ y encima con una esposa ya tarada y lamentable?”.

Colonos aporta un matiz inesperado y relevante para seguir escarbando en el enigma de nuestra identidad. ¿De dónde vienen la violencia, la reticencia, la altivez chilenas? También de esos colonos, parece decir Sanhueza, aunque la respuesta es más compleja y múltiple. Hay en este libro muchas historias, desoladoras algunas y también otras en cierta medida felices, y al cerrar el libro esas voces constituyen un rumor caótico y terrible en el que nos reconocemos. Porque Leonardo Sanhueza sabe muy bien que de nada sirven las historias si salimos indemnes después de escucharlas.


Alejandro Zambra

Autor de Formas de volver a casa.

Profesor de la Universidad Diego Portales.

martes, 17 de enero de 2012

Sobre "El fin de la lectura" de Andrés Neuman. Por Sebastián López






En El fin de la lectura, Andrés Neuman presenta cuentos previamente editados en libros y revistas, como también algunos nuevos. Todos ellos asombran por su agilidad y precisión.

En este libro, más que centrarse en los detalles de sus personajes, Neuman les dibuja contornos y los delimita, abordándolos desde fuera, pero siempre dejando ver la profundidad de las situaciones en que están sumidos. Así es como la vida de un abuelo puede ser resumida en una bañera y en su sonrisa –“La bañera”–; una línea divisoria puede herir los sentimientos de una pareja –“Una raya en la arena”–; o la ilusión de un futuro que pudo haber sido deja de ser producto del fuego –“El último poema de Piotr Czerny”.

Dividido en cinco partes, El fin de la lectura puede dejar al lector al borde de la risa o la tristeza. Cuentos como “La felicidad” o “La pareja” muestran el absurdo al que pueden llegar las relaciones humanas con tanto humor e ironía que es imposible no reír con ellos. Pero en el mismo libro “Madre atrás”, “Las cartas de los tristes” o “Un cigarrillo” retratan con tal finura y precisión la sinceridad de los sentimientos que el lector se estremecerá.

Andrés Neuman ha sido ganador del Premio Alfaguara, Premio Tormenta, el Premio de la Crítica y el Premio Hiperión de poesía, y luego de leer esta colección de cuentos, no cabe duda de porqué ha sido merecedor de tantas distinciones.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Una editorial chilena en tierras europeas

Fue gracias a Alejandra Costamagna –autora y miembro del comité editorial de la colección Plan Maestro– que entramos en contacto con los organizadores del encuentro de literatura Hispanoamericana con sede en Lyon, Francia, Belles Latinas. Entusiasmados con nuestro proyecto editorial y el catálogo de Cuneta, nos invitaron a participar de la 11° versión del Festival que se realizó entre el 5 y el 25 de noviembre de 2011. Fue así como llegamos (Arturo Aguilera y Galo Ghigliotto) –con una ayuda del Consejo Nacional del Libro y la Lectura– a este encuentro, donde participamos los días 22 y 23 de noviembre en dos actividades diferentes: la primera, una reunión con editores y autores invitados, y la segunda, una mesa de conversación con la editorial L’Atelier du Tilde (Lyon, Francia), abierta al público. En ambas tuvimos la oportunidad de encontrarnos con personas muy interesantes, y hacerles saber al público francés cosas tales como que en Chile, país donde nos juramos desarrollados, pagamos actualmente un 19% de impuesto al libro. También hablamos un poco sobre las tasas de lectura, pero la verdad, más nos interesaba hablar sobre nuestros autores así que nos enfocamos en ello. Comentamos los libros que hemos publicado de Soledad Fariña, Elvira Hernández, Carmen Berenguer, José Angel Cuevas, Raúl Zurita, Verónica Zondek, Begoña Ugalde, Leonardo Sanhueza, Juan Carlos Vidal, Marcelo Mellado, César Aira, Mario Bellatin, Francisco Garamona, Siu Kam Wen, Roberto Echavarren, Andrés Neuman, John Landry, nuestra antología de poesía norteamericana, etc. Como resultado, acordamos planes interesantes con nuestra nueva editorial amiga en Francia, así que pronto tendrán novedades.

A estas actividades se sumó otra en la ciudad de París: la presentación de nuestros libros y autores en la librería El Salón del Libro, la única librería de esa ciudad especializada en literatura hispanoamericana. Esta gestión fue posible gracias a Alejandro de Núñez, el mítico librero y encantador de públicos lectores que nos acompañó en la ceremonia místico-literaria. Cabe destacar que en esta última actividad participó nuestra autora Alejandra Costamagna, quien habló sobre su obra y nos leyó un fragmento de Naturalezas muertas (2010), y también Pablo Fante, el irreductible y versátil poeta-músico-traductor que estuvo a cargo de verter al español dos poemarios de Bernard Noël (1930), que publicamos en un solo libro luminoso que se llama Extractos del cuerpo (2010). Pablo leyó los textos del libro y habló sobre su autor. Compartimos también en esta actividad con el autor Felipe Becerra (1985), quien presentó la traducción al francés que hicieron de su novela Bagual (Lima: Zignos, 2007) con el título Chien féraux (París: Les editions du nouveau libre, 2011).

Después, Editorial Cuneta hizo una pasada por Berlín, pero eso es otra parte de la historia… sólo podemos decir que tuvimos la suerte de compartir con los poetas Jinn Poggy, Julio Carrasco y Tom Bresemann.




Pablo Fante y Alejandra Costamagna en la librería El Salón del Libro, París.


En la mesa de las editoriales independientes, junto a L'atelier du tilde, en el marco de las Belles Latinas, Lyon.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Editorial Cuneta y Bar The Clinic los invitan este Miercoles 7 de Septiembre al lanzamiento de "La provincia" del destacado escritor Marcelo Mellado


lunes, 8 de agosto de 2011

Editorial Cuneta en revista Paula


Lea "El boom de las editoriales independientes" reportaje de la periodista Daniela González para revista Paula. Una interesante visión sobre estas iniciativas.




miércoles, 25 de mayo de 2011

Bellatin en La Tercera

Aquí les dejamos un excelente artículo sobre el autor Mario Bellatin y el libro que presentamos en Chile:








sábado, 19 de marzo de 2011

Alejandra Costamagna en Cadena Nacional

La primera autora de la colección de narrativa PLAN MAESTRO, Alejandra Costamagna, habla de su libro Naturalezas muertas en el programa de televisión Cadena Nacional de Canal Vía X. Agradecemos a la producción del programa por darnos el video.




Alejandra Costamagna en CADENA NACIONAL from Editorial Cuneta on Vimeo.

Pronto en librerías....

lunes, 7 de marzo de 2011

Lanzamiento DESDIOSIDAD, de Juan Carlos Vidal

El día 21 de enero de este año, realizamos la presentación del libro que abrió la temporada 2011 para Editorial Cuneta. Se trata del poemario DESDIOSIDAD, del poeta chileno Juan Carlos Vidal. La presentación se realizó en la Biblioteca del GAM Centro Gabriela Mistral.

El libro ya se encuentra disponible en las mejores librerías del país.

También lo pueden solicitar a editorialcuneta@gmail.com.



Aquí les dejamos algunas fotografías de lo que fue aquella memorable jornada...




El objeto libro.....


Captura de la proyección que acompañó la presentación del libro.


El público atento y sorprendido.


El poeta Juan Carlos Vidal lee poemas mientras Sergio Angulo realiza una intervención musical especial para la lectura.



El autor firmando algunos libros para el público.








domingo, 5 de diciembre de 2010

César Aira en CHILE

El autor de YO ERA UNA MUJER CASADA, estará en Chile presentando sus últimas tres novelas. Esta es una entrevista de Roberto Careaga para el diario LA TERCERA. 05 de diciembre de 2010.

Alejandra Costamagna en LA TERCERA


La primera autora de nuestra colección de narrativa es entrevistada por Roberto Careaga para el diario LA TERCERA. 4 de diciembre de 2010.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

domingo, 21 de noviembre de 2010

Alejandra Costamagna en Televisión

Nuestra autora Alejandra Costamagna ha sido invitada al programa estelar CADENA NACIONAL, de Vía X... estamos a la espera de que suban el video, por ahora les dejamos el enlace!

http://www.viax.cl/cnacional/?p=4104

jueves, 4 de noviembre de 2010

ESTAMOS EN LA FERIA DEL LIBRO DE MAPOCHO

Si quieres adquirir alguno de nuestros títulos, no dudes en acercarte a la Feria del Libro de Mapocho...

Estamos en el STAND D51: La Calabaza del Diablo y La Furia del Libro

Nuestros títulos a precios increíbles...

estos son los días C los días C los días C Cuneta....

Los esperamos!

Aquí más info:

http://www.letras.s5.com/gg031110.html

jueves, 26 de agosto de 2010

Se viene la colección de Narrativa .....

Nuestra nueva colección de Narrativa:
PLAN MAESTRO

Estará pronto disponible en librerías...


Lanzamiento de Albricia en Valdivia





Raquel Olea, Rubén González e Iván Carrasco

Raquel Olea y Soledad Fariña acompañadas de buenos amigos


De izquierda a derecha: Ana Traverso, Paola Lagos, Heddy Navarro, Raquel Olea y Lorena Garrido

domingo, 1 de agosto de 2010

"Cueca zapateada y rock pesado", presentación de Adiós Muchedumbres de Pepe Cuevas. Por Jaime Pinos




Adiós muchedumbres es una recopilación de trabajos de José Ángel Cuevas publicada en 1989 por editorial América del Sur. En ella se incluyen textos provenientes de cinco de sus libros. Efectos personales y dominios públicos, de 1979, el más antiguo. Cánticos amorosos y patrióticos, de 1988, el más reciente en cuanto a su año de publicación. En el 2005, como editor del sello La Calabaza del Diablo, me tocó presentar otra compilación, titulada Restaurant Chile. En esa ocasión intenté una somera revisión de alguna de las coordenadas fundamentales de la poesía de Cuevas que me parece pertinente recordar aquí.

La Generación

Pensar en esa generación. Ante ellos, el horizonte abierto de una época. Vietnam, rock and roll y guitarras eléctricas, Mayo 68. La poética beat, su afirmación de la aventura. On the road por los grandes espacios de América: Vivan los que recorrieron el territorio /recostados sobre la carga de un camión (...) Oh, últimos días de la década sesenta. Los parques se llenaron /de tipos que llevaban el universo en sus pupilas/se dejaron crecer infinitamente el pelo en el centro de Santiago.

Un país que, desde una cultura de claustro, tradicional y provinciana, parecía irse abriendo a la vorágine de cambios que trajo consigo la cultura de masas, la irrupción de la pantalla en los hogares, el movimiento juvenil, los hippies, el feminismo y la liberación de los cuerpos del tabú. Un país que, políticamente, parecía desplazarse hacia la izquierda. Años de fervor revolucionario, del Gran Entusiasmo. Años de la ficción de la Amistad Social. Una ficción que tan caro les costó a tantos de esa generación.

Para los que vinimos luego, cuando los dados ya estaban echados y el país sólo era tierra arrasada, la poesía de Cuevas nos recuerda que, alguna vez, la imaginación y el idealismo, en su sentido más cándido y más heroico, fueron una tentativa vital y una práctica cotidiana para miles de jóvenes como nosotros. Miembro de la misma generación, una imagen de Roberto Bolaño: miles de jóvenes latinoamericanos marchando tras el sueño del asalto al cielo. Miles y miles, los mejores de su generación, marchando tras el sueño dorado de la revolución. Miles y miles, sin saberlo, marchando directo hacia el despeñadero.

Y sin embargo, aunque todo haya terminado como terminó, creo que esa generación y sus búsquedas son un antecedente fundamental para alimentar las luchas actuales. Un texto que, insuficientemente leído, puede arrojar enormes inspiraciones y numerosas enseñanzas teóricas y prácticas, útiles a la transformación de este presente. Esta época donde el horizonte se avizora tempestuoso. Donde el futuro se ve oscuro como boca de lobo.

La catástrofe

La poesía de Cuevas es ineludiblemente política y el 11 de septiembre de 1973 la cruza como una trizadura, escribió Roberto Merino. Una trizadura. Todo un mundo, a la vez político y sentimental, que se rompe: Justo empezaba a atar mis propios cabos sueltos/cuando vino el Golpe/una mano dura/tapándome la luna/ y el sol. /Todo se detuvo/me deprimí. La escritura de Cuevas es, sin lugar a dudas, uno de los registros más profundos y exhaustivos de la película gore que ha sido la historia nacional desde entonces. Un extenso comentario de esa catástrofe. Si para interpretar el presente necesitamos entender el pasado, estos textos son una fuente. Para entender, por ejemplo, la vida en el País Ocupado. La historia interior de los años del fascismo. La trivialización del mal y la traición. La mera supervivencia cotidiana como un gesto heroico y vital en medio de todo ese miedo y toda esa violencia: Las familias se encierran en sí mismas/familias completas huyen por los cerros/Uno trata de conectarse a otras radios/otros continentes/para saber que está pasando Aquí (...) Entender ese país. Entender lo que fue esa historia vivida día a día.

Los países quedan Heridos/ pasan largo tiempo sin recuperar el habla/deben aplicarse electroshock, someterse al olvido, beber, beber/hablar de otra cosa. Buen resumen de la escena que sucedió al largo trhiller de la dictadura. Beber, beber. Y hablar de otra cosa, eso sobre todo. Sobre ese sistemático olvido del pasado, se levantó en estos años la fabulosa maquinaria del espectáculo que, cotidianamente, satura la conversación ciudadana con el comentario de los últimos logros del héroe deportivo o los escándalos de la farándula. El gigantesco show desplegado a escala social para camuflar la dura realidad de la guerra de clases, sus consecuencias sangrientas. El negocio millonario de los medios y los consorcios. La cultura de la frivolité.

En medio de ese soundtrack, Cuevas ha persistido en el comentario de la catástrofe y de sus desarrollos. La tragedia de un país perdido de sí mismo, sin identidad. Consumido en los ritos vacíos del consumo y su paraíso artificial. Un país sin memoria, lo que hace casi seguro que los errores y horrores del pasado se repetirán.

¿A qué Voz, a qué escritura le es permitido/el comentario de la catástrofe nacional...? se pregunta el filósofo Patricio Marchant. Cuevas ha respondido esa pregunta. Ha tenido la valentía suficiente para hacerlo.

La poesía

La publicación de mi primer libro, el año 79, Efectos personales... y dominios públicos se lo debo a la Dina. En Mayo del 79 fui detenido en la calle, me llevaron a un lugar, y fui conminado a hacerles un contacto con gente del MIR. Se me dio una cita donde debería arreglar dicho contacto. Yo me imaginaba transformado en un delator, "salir a porotear". En realidad no tenía contacto alguno con el MIR, sólo antiguos amigos, mi relación era con el PC, en fin, estaba solo y en mi desesperación junté poemas, los llevé a una imprenta frente a mi trabajo, y me hicieron un libro amarrado con alambre y me fui a la Sech, para tener algún respaldo, como si eso hubiera sido una salvación. No volví a ver a los agentes. Después entendí las rivalidades entre el Comando Conjunto, Dina, Sifa. Empecé a ir a la Sech.

Como se ve, desde el inicio la poesía de Cuevas ha sido una forma, a veces dramática, de habitar estos territorios Muchas veces de sobrevivirlos. Una forma de sobrevida, o de contravida diría el ex-poeta, en un país que alguna vez fuera descrito por Lihn como un eriazo remoto y presuntuoso, o por Bolaño como un pasillo sin salida. Como pocas otras, su experiencia de escritura es testimonio, real por vivido, de esta época. De este paseo de señoritas, que no ha sido la vida del país. La crónica del Chile de los últimos 30 años hecha por un testigo de primera mano.

A la vez, su obra encierra un programa estético y político. El país es un inmenso texto. Dejar de cantar la rosa, las anécdotas íntimas que no tienen porque interesarle a nadie, abandonar metaforitas y metaforones. En vez de eso, leer el país.

En cuanto a su personaje, el ex-poeta ha contribuido a la empresa de desacralización de la propia poesía que fuera iniciada por Nicanor Parra. Lejos de la hoguera de vanidades que ha sido siempre la literatura chilena, Cuevas nunca ha tenido pretensiones de clarividencia y su discurso es irónico antes que mesiánico. Nunca ha practicado, como otros, la poesía como una forma de acceder al poder, al dinero o a la respetabilidad social. Cuevas escribe desde la multitud de los comunes y corrientes, ese es su lugar. Su escritura es la afirmación de que la poesía debe ser, como quería Teillier, una moneda cotidiana. Una vivencia capaz, aún en medio de esta selva, de salvar algunos gestos, algunos mínimos espacios de fraternidad: Esta poesía habla de un pobre hombre de Chile/una poesía nacional, de pobre infeliz/que lo único que levanta es la amistad/una filosofía de la amistad/para resistir, comer, compartir, un poco de carne/sobre la parrilla.

La edición de América del Sur de Adiós Muchedumbres se inicia con un texto titulado El costo de la vida. En él, dice Cuevas: Mi arte por llamarlo de algún modo aspira a relacionarse con la fuerza de las cuecas zapateadas y llenas de calentura y con la pasada a llevar de un rock pesado y honesto a la vez. Me parece que la persistencia de la poesía de Cuevas se ve refrendada por la reedición de este libro. Pepe Cuevas es, sin lugar a dudas, una referencia no sólo literaria sino también moral para nuevas generaciones de poetas entre los cuales su influencia no hace más que acrecentarse.

Saludo la reedición de este libro por Editorial Cuneta como un aporte concreto al mayor conocimiento de esa mezcla de cueca zapateada y rock pesado y honesto que es la poesía de Cuevas, uno de nuestro mejores y más entrañables poetas en ejercicio.